sábado, 13 de abril de 2013

"Intouchables": blockbuster y algo más



No recuerdo haber asistido en otra ocasión a una inauguración del Festival de Cine Francés. Así que vi con ojos primerizos esta gala que podía haber pasado por otra monótona gala made in Cuba pero que, afortunadamente, los franceses (¡sí, los franceses!) salvaron. Primero el embajador de Francia, un tipo campechanísimo que dio rienda suelta a su veta humorística; luego Christophe Barratier y Noredine Esadi-rindiendo homenaje al actor Pierre Étaix, de quien se exhibirá un ciclo de películas-, pusieron el punto al acomodarse sendas narices de payaso. El cierre lo dio el propio Étaix que con unas breves palabras se ganó a un público cubano para el que es prácticamente desconocido.

Tras la inauguración formal llegó, finalmente, Intouchables (Intocable), un filme que venía con una estela de premios y millones de entradas vendidas –la película de habla no inglesa más taquillera de la historia-.

El argumento de Intouchables es simple: Philippe (François Cluzet) es un millonario tetrapléjico,  dependiente de otra persona para las necesidades más elementales y aburrido de la existencia casi vegetal en la que transcurre su vida. Driss (Omar Sy) es un joven de origen senegalés que busca sobrevivir sin esfuerzo en un país cada vez más difícil para los emigrantes. Driss entra a trabajar como asistente de Philippe y entablan una increíble relación –increíble por lo poco creíble- de la que ambos salen, como era de esperar, mejores seres humanos.

Es un hecho; amamos las historias de parejas disparejas. La Bella y la Bestia, el príncipe y el mendigo, Laurel y Hardy…, una y otra vez caemos a los pies de esa fórmula efectivísima y afectivísima de la industria del espectáculo que nos permite valorar el amplio espectro de la condición humana. Así que cuando supe de qué iba la historia de Intouchables  y los éxitos de público que ha logrado, imaginé que vería uno de los blockbusters del año. Por si fuera poco, apenas comenzado el filme, aparece uno de los mayores ganchos de este negocio: “basado en una historia real”. Ahí no hay fallo, diría un clásico.

Pero Intouchables es un blockbuster y algo más. Película correctísima desde el punto de vista formal, toda la obra está puesta en función de un guion inteligentemente construido y diseñado para hacer relucir a Omar Sy, ahora mismo el niño mimado del público galo. Hombre de una empatía extraordinaria –y según demostró en varias escenas, como las de la fiesta de cumpleaños, con una gran versatilidad-, le basta aparecer en cámara y mostrar su inmensa sonrisa para que inmediatamente estemos predispuestos a soltar la carcajada con su papel de joven de poca instrucción pero con una gran sensibilidad.

Uno de los aciertos del guion es que lo que podría haber sido el centro de la película, la minusvalía de Philippe, es ninguneada y ridiculizada en extremo –pocas cosas se salvan de la satirización, hasta con el bigote de Hitler hacen de las suyas-, logrando en el espectador precisamente lo que el personaje busca en su mundo, que no haya compasión para él. Philippe se enamora, se excita sexualmente, se equivoca, teme; es un hombre más. Los tintes dramáticos lo aporta en cambio la vida personal de Driss, su contexto social de inmigrante marginado. Contexto social que, dicho sea de paso, es mirado con una superficialidad rayana en la falta de respeto; pero bueno, supongo que la crítica social no estuvo entre los planes de los directores .

Hay quienes observan el cine, y el arte en general, con una visión maniquea; o es reflexión o no es nada; o es escape y entretenimiento o es pura masturbación intelectual. Bajo estas claves difícilmente se pueda disfrutar del filme. Mejor deponer las armas y entrar dispuestos a quedarse con el regusto que dejan las historias felices. 

Comedia repleta de buenos momentos, hecha para que la sonrisa no nos abandone desde el primer minuto hasta el último, Intouchables es el pretexto perfecto para acudir en familia al cine, o para invitar a esa o ese muchach@ que nos gusta. Tras esos 112 minutos, el mundo parece ser lo bastante bueno como para lograr cualquier cosa.

(Tomado de OnCuba)


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