Siento una angustia extraña
un sentimiento antiguo que me recuerda una lluvia de hace
cien años
cuando bebía un vino torvo y amargo
y esperaba una respuesta que sospecho no llegó,
una pieza perdida en el rompecabezas estelar,
esperaba una respuesta en el agua que embriagaba mis huesos
viejos.
Tanta furia echa aguacero
tanto rayo que se hace relámpago
que se hace trueno
que retumba la conciencia
que siempre algo esconde,
tanto viento removiendo árboles, temores, tristezas.
Abro mi boca en el medio de la tormenta
y trago un montón de secretos
que debían haber ido a parar a la tierra.
Soy un intruso
un vouyeur de los diálogos místicos y ajenos
un ladrón del tiempo
que espera que al aguacero languidezca y con él los
recuerdos.
Ya amainará,
ya llegará ese tono claro como si alguien tomara el control
remoto de la naturaleza
y bajara el brillo del paisaje y aclarara de paso nuestras
ideas.
Ya vendrá la blanca calma de la desmemoria.
Jibacoa-La Habana
septiembre de 2013
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