un blog en que el puede aparecer casi cualquier cosa sobre literatura, música y cine.
jueves, 21 de noviembre de 2013
Leila Guerriero: "El periodismo objetivo es la gran mentira del universo, todo es subjetivo"
Publicado por Ramón Lobo
Leila Guerriero (1967, Junín, provincia de Buenos Aires) tiene fama de gran reportera y editora rigurosa, exigente. Es la responsable de la revista Gatopardo en el Cono Sur. El periodista y escritor chileno Alberto Fuguet sostiene que deja «el manual de estilo de la revista The New Yorker a la altura de un paseo por un balneario». Ella se defiende entre risas: «Creo que exagera, en el The New Yorker son terribles». Al final de esta conversación celebrada en Madrid, habla del cardenal Jorge Mario Bergoglio, el Papa Francisco, tan argentino como ella. Sostiene Guerriero que parte de sus acciones, las muestras de humildad y algunas declaraciones son pose, que no cambiará nada de fondo. «Los que le eligieron sabían a quién elegían. No hay sorpresa. Necesitaban a alguien como Bergoglio porque se les estaban vaciando las iglesias». Guerriero vive en Buenos Aires, en Argentina, un país que ha resuelto mejor que España sus problemas con la memoria histórica. Uno de sus trabajos más célebres y premiados fue acompañar en 2010 a un grupo de forenses durante tres meses, ganarse su confianza y la de las familias. Guerriero es una excelsa representante del movimiento Crónica. Esta crónica (reportaje) revitalizada es la de siempre, la que está siendo expulsada de los grandes periódicos: el reportaje largo, la paciencia extrema, el rigor, las voces de los que tienen algo que decir, la buena escritura, el detalle. Esta crónica y sus cronistas representan la mejor arma contra la crisis y el pesimismo, al menos en Latinoamérica.
El periodismo español vive una crisis profunda, tiene dudas sobre su futuro. América Latina ya superó esta fase; allá están haciendo cosas muy interesantes.
En América Latina vivimos esta dinámica de crisis desde que nacemos. Cada cinco o diez años hay una crisis en la que el Gobierno o el banco se queda con tu dinero, o tu dinero no vale nada. Hay que tener un plan A y diecisiete planes B. Uno crece en esa dinámica en todos los ámbitos: laboral, privado… Vives con precaución y a la vez con un espíritu kamikaze, porque si eres precavido todo el tiempo terminas no haciendo nada. Ese espíritu ha ayudado a que pase todo esto que se dice que pasa con el periodismo narrativo. Por un lado, pasa de verdad; por otro, se habla más de lo que en realidad pasa. Las revistas que publican textos largos, de periodismo narrativo, siguen siendo las mismas cuatro o cinco de siempre: Gatopardo, Soho, Malpensante… Lo que sí siento es que hay mucha más gente interesada en hacer periodismo, y hacerlo bien. Hay una avidez enorme. Aquí pasó algo que en Latinoamérica no ha pasado de manera tan fulminante. El acceso a la tecnología en Europa ha sido relativamente más fácil, la gente se ha acostumbrado a leer el periódico en el ordenador o a descargarlo en el iPad. En Latinoamérica —y es una opinión modesta, de sociología de café—, esto se ha demorado. El acceso a esos dispositivos sigue siendo caro. Aquí quedan pocas cabinas telefónicas, están desapareciendo. Latinoamérica está llena porque casi nadie tiene ordenador, teléfono y qué sé yo. Supongo que aquí la tecnología ha ganado esa batalla, y eso hizo que los medios se preocuparan antes por ver cómo iban a estar compitiendo con ella. Se empezó a pensar demasiado en el soporte y se dejó de pensar en el contenido. En Latinoamérica todavía hay muchos que creemos en que si hacemos esto es para contar historias que valen la pena. No nos quejamos porque asumimos que todas las batallas están perdidas desde el principio, pero hay que darlas.
Siempre han tenido en América Latina la cultura del gran reportaje, del relato literario y la investigación periodística. Aquí, en cambio…
En España también: Chaves Nogales.
Sí, pero quitando a Chaves Nogales, que era un maestro poco reconocido en su época, y unos pocos más, no se apoya este periodismo de fondo. Lo primero que ha desaparecido en la crisis es el gran reportaje y la investigación. Parece la dirección opuesta que deberíamos seguir para superar la crisis.
Sí, es la dirección contraria a la que se debería ir. Depende más de la fe perdida en los medios de comunicación por parte de los estamentos que toman las decisiones, de los directivos. El periodismo de investigación, en un mundo cada vez más complejo y difícil, es más necesario que nunca. No hay tantos lectores que lean los grandes reportajes. Pertenecemos a un mundo de escritores y periodistas, todos somos más o menos lectores, tenemos una biblioteca. Me parece que el mundo no es así en su mayoría. La gente que tiene bibliotecas en casa y lee los clásicos es una minoría. Los grandes reportajes y los textos de periodismo literario son para este pequeño núcleo más lector. El común de la gente busca la noticia, lo inmediato: saber cómo va a estar el tiempo, enterarse de lo ocurrido en el accidente de Santiago, saber cuántos muertos hay en un atentado. El cronista es el tipo que llega después y tarde. Esa producción exige reposo, una mirada más contemplativa. Va dirigido a un tipo de lector más severo y formado. No creo que el lugar de los grandes reportajes esté en los diarios. Los diarios deberían tener uno por día, pero no catorce. También deberían estar mejor escritos, incluso las noticias cortas y sueltas. Exigirle a la crónica narrativa que asuma la responsabilidad de ganar lectores no es bueno, pero es un periodismo muy necesario en un mundo complejo.
¿Es el boom de la nueva crónica parecido al boom de los escritores sudamericanos?
Si a una persona normal le dices: Mario Vargas Llosa, García Márquez o Carlos Fuentes, reconocerá el nombre, recordará la cara, quizá hasta se ha leído alguna novela. Si le dices «crónica» al dueño de una tienda, al chico de la recepción del hotel o a un ingeniero, los pones en un aprieto. Además, la palabra crónica es engañosa porque en cada país quiere decir una cosa distinta. Pero más allá de eso los periodistas narrativos estamos mejor que hace 15 años. Por lo menos se habla más del tema. Pero no creo que sea un boom, ni que sea comparable. ¿Cuántos miles de ejemplares vendían estas personas? Eso fue un boom. El boom sería que mañana, como editora de Gatopardo, me sentara con las piernas sobre el escritorio y dijera «Lluevan veinte crónicas fantásticas para la revista del próximo número».
viernes, 15 de noviembre de 2013
Sobre todo cuando el viento de octubre, Dylan Thomas (#ViernesDePoesía)
Con estos días otoñales me acordé de Dylan Thomas y este poema, para cuando uno no tiene ganas de otra cosa que no sea acurrucarse en el cuarto en penumbras y mirar pasar la vida.
Sobre todo
cuando el viento de octubre
castiga mi
pelo con sus dedos de escarcha
camino en
llamas, preso de un sol mordaz,
y arrojo a
tierra un cangrejo de sombra,
a la
orilla del mar, oyendo el ruido de las aves,
oyendo
toser al cuervo en las varas invernales,
mi corazón
atareado que se estremece al hablar
derrama
sangre silábica y exprime sus palabras.
Encerrado,
también, en una torre de palabra,
veo en el
horizonte caminar como árboles
verbales
formas de mujeres y filas
de niños,
sus gestos astros, en el parque.
Algunos me
dejan crearte de las hayas vocálicas,
algunos
delas voces del roble, desde las raíces
de tantos
condados espinosos te cuentan notas,
algunos me
dejan crearte de los discursos del agua.
Tras un tiesto
de helechos el reloj se menea,
me cuenta
el verbo de las horas, el sentido neural
vuelan en
los ejes del disco, proclama la mañana
y cuenta
el tiempo ventoso en la veleta.
Algunos me
dejan crearte de los signos del prado;
la hierba
que me enseña todo lo que yo sé
irrumpe
por el ojo con el invierno agusanado.
Algunos me
dejan contarte los pecados del cuervo.
Sobre todo
cuando el viento de octubre
(algunos
me dejan crearte de hechizos otoñales,
los de
lengua de araña, y el clamoroso cerro de Gales)
con su puño
de nabos castiga la tierra,
algunos me
dejan crearte de las palabras sin corazón.
Está
exprimido el corazón que, deletreando en la prisa
de la
sangre química, advirtió de la furia inminente.
A la
orilla del mar oíd las oscuras vocales de las aves.
Especially
When the October Wind
Especially
when the October wind
With
frosty fingers punishes my hair,
Caught
by the crabbing sun I walk on fire
And
cast a shadow crab upon the land,
By
the sea's side, hearing the noise of birds,
Hearing
the raven cough in winter sticks,
My
busy heart who shudders as she talks
Sheds
the syllabic blood and drains her words.
Shut,
too, in a tower of words, I mark
On
the horizon walking like the trees
The
wordy shapes of women, and the rows
Of
the star-gestured children in the park.
Some
let me make you of the vowelled beeches,
Some
of the oaken voices, from the roots
Of
many a thorny shire tell you notes,
Some
let me make you of the water's speeches.
Behind
a pot of ferns the wagging clock
Tells
me the hour's word, the neural meaning
Flies
on the shafted disk, declaims the morning
And
tells the windy weather in the cock.
Some
let me make you of the meadow's signs;
The
signal grass that tells me all I know
Breaks
with the wormy winter through the eye.
Some
let me tell you of the raven's sins.
Especially
when the October wind
(Some
let me make you of autumnal spells,
The
spider-tongued, and the loud hill of Wales)
With
fists of turnips punishes the land,
Some
let me make you of the heartless words.
The
heart is drained that, spelling in the scurry
Of
chemic blood, warned of the coming fury.
By
the sea's side hear the dark-vowelled birds.
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jueves, 14 de noviembre de 2013
Juantorena, un pez gordo de la historia
Por Juan Tallón
Nunca he matado a nadie de una forma directa, expresa, pero haber estado a punto de acabar con Alberto Juantorena
es una de las cosas más grandes que me han pasado. Ocurrió hace tres
años. Yo estaba en Cuba, de vacaciones, gastándome una indemnización del
seguro. Había pasado el día en Bahía de Cochinos y a última hora,
anocheciendo, callejeaba de nuevo por La Habana en mi Hyundai Atos de
alquiler. Sólo ese día había pinchado dos veces, de modo que estaba
deseando parar y beber cuatro mojitos de una asentada, para recuperar el
pulso. Llevaba de acompañante a un funcionario del Ministerio de
Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente cubano, pariente lejano de una
amiga de Lugo, que cumplía las funciones de guía. De pronto, en un giro a
la derecha con poca visibilidad, en pleno corazón del barrio de
Miramar, apareció él. Primero arreció su sombra, que cubrió todo el
vehículo, como un rascacielos, y después él. Emergió de la nada, de la
no materia, y lo ocupó todo. Yo clavé el pie en el pedal del freno.
Hostia, lo maté, recuerdo que pensé. Ni siquiera podría decir, como Galeano, que iba derecho al desastre, pero joder en qué coche. Me vi, en ese instante, en una cárcel cubana diez años. Ignacio
se bajó disparado, yo algo más lentamente, secuestrado por la
conmoción. “¿Estás bien, compadre?”, inquirió mi acompañante. Aquel tipo
alto y fornido se había apoyado en el capó del vehículo, afectado no
tanto por el golpe como por la taquicardia del susto, y apenas asintió
con la cabeza. “¿Seguro?”, tercié yo, todavía persuadido de que lo había
matado. “Seguro”, respondió con media sonrisa. En ese instante, Ignacio
lo reconoció. “Pero si tú eres Alberto Juantorena”.
lunes, 11 de noviembre de 2013
Caminado hasta el Teatro Martí
por Jorge de Armas
(Para
Teresita Fernández)
A las cosas que
son feas ponles un poco de amor
Y verás que la
tristeza va cambiando de color…
Foto: Kaloian |
Tuve el
privilegio de estudiar mi dos primeros años de primaria en una vieja casona del Paseo
del Prado, quizás un marqués, o una prostituta de lujo viviese en ella, tan
pegada al Barrio de Colón, sólo cabrían en ella la nobleza o las putas, que no
es lo mismo pero es igual.
Los
setenta, tan grises para la cultura cubana según algunos, para mí, un niño
curioso que estudiaba en una casona hermosa del Paseo del Prado, fueron los
años que me indujeron a todo; a leer; a
escuchar música; a conversar.
Me
gustaba caminar por la acera derecha del Prado, de espaldas al mar, y pasar por
los estudios del ICAIC a sentir el fuerte aire acondicionado de entre las
rendijas de sus puertas. De allí vi salir a Silvio, a Pablo, a Sara, y a un
grupo de rostros que no tuvieron nombre hasta años después. En esa misma esquina de los estudios, si
doblabas a la derecha, en Trocadero 162, podías a través de la ventana ver a
José Lezama Lima, escribiendo su alma en blancos folios.
Pero
los viernes, quiero decir, todos los viernes, lo que más disfrutaba era ir en
doble fila, cogido de la mano con Yadira, una mulatita de sonrisa abierta,
hasta el Teatro Martí, y allí, en su patio, reírme con los títeres del guiñol,
y escuchar a Teresita Fernández regalarme su vida en cada nota.
La
escuchaba mientras admiraba la belleza en ruinas del Teatro, rodeado por una
verja verde que nos protegía del mundo exterior. Allí adentro todo era paz y ella, todo era
magia y ella, todo era, solamente, nosotros y ella.
No soy
yo mismo si cada vez que llueve no me acuerdo de Tin tin, o si veo un gato y no
le silbo Vinagrito, o si a la luz de la luna busco latas que brillen y me digan
que la tristeza va cambiando de color.
No soy yo mismo si no busco de vez en cuando en mis recuerdos a
Teresita, y me doy cuenta que parte de lo mejor de mi nació en aquellas tardes
de viernes en el Teatro Martí.
Pasó el
tiempo y pude conocerla en persona, y le conté esta historia. Vivía en una casa en medio de un descampado,
rodeada de gatos y un par de perros, y allí me cantó, para mí y para quien iba
de mi mano, mil canciones que una vez más, sonaron a nuevas en mi cabeza,
porque Teresita al cantar te contaba una historia con su escenografía, su
atrezzo, su emoción, su llanto.
Cuando
cantaba le brillaban los ojos, pero no tanto como cuando te hablaba de Martí.
Varias veces tuve el privilegio de escucharla en palabras que destilaban
devoción por el Apóstol. Detrás de ella, en las dos casas donde la visité,
junto a la bandera cubana, nunca faltó un busto de Martí, bajo cuya sombra se
cobijaba.
Ya,
nunca más, he dejado de escucharla.
Donde
quiera que estés, sólo te pido que no descanses, vaya mierda eso de descanse en
paz, no descanses, mujer contestataria, sabia y valiente, tú sigue cantando,
sigue incordiando al cobarde, sigue alentando mis sueños.
Nada
hay más feo que la muerte, pero hoy, en la noche con luna de mi Habana, todas
las latas en los basureros, brillaran para ti.
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viernes, 8 de noviembre de 2013
Feliz cumpleaños Edwin Madrid (#ViernesDePoesía)
Mañana, anuncia Facebook, es el cumpleaños de Edwin Madrid. A él llegue como llego a la mayoría de los libros que compro en este país, tanteando, tirándome al vacío en esta jungla sin crítica literaria ni jerarquías. En Mordiendo el frío y otros poemas descubrí una voz profunda, auténtica, emocionante, lo que me llevó a regalar su libro a las muchachas que intentaba enamorar entonces en una mezcla de evangelización y cortejo.
Podría decir que Madrid es uno de los grandes poetas ecuatorianos contemporáneos, pero la verdad es que no tengo la menor idea de cosas tales como poesía ecuatoriana contemporánea. Sí puedo asegurar en cambio que Madrid tiene una poética hermosa, un verbo lleno del espíritu urbano de su Quito natal, que se desentiende de estructuras y supuestos deber ser para entregar una poesía limpia, rotunda. Y nada que queríamos matar dos pájaros de un tiro compartiendo a este gran poeta como un regalo de cumpleaños y brindando por otro #ViernesDePoesía.
Podría decir que Madrid es uno de los grandes poetas ecuatorianos contemporáneos, pero la verdad es que no tengo la menor idea de cosas tales como poesía ecuatoriana contemporánea. Sí puedo asegurar en cambio que Madrid tiene una poética hermosa, un verbo lleno del espíritu urbano de su Quito natal, que se desentiende de estructuras y supuestos deber ser para entregar una poesía limpia, rotunda. Y nada que queríamos matar dos pájaros de un tiro compartiendo a este gran poeta como un regalo de cumpleaños y brindando por otro #ViernesDePoesía.
Postal urbana de Quito con yo en el fondo
Montañas irrumpiendo el cielo de la noche, calles
locas que suben y bajan, campanarios, más campanarios, autos que
patinan al doblar la esquina, jóvenes que se dirigen a las discotecas
pateando latas de cerveza, parejas que se besan mientras los semáforos
cambian. Música fugándose entre las piernas de una minifalda y los
tacones obscenos de un muchacho que da los primeros pasos en su
verdadero mundo. Niñas de fantasía perdiéndose sobre el rechinar de las
motos.
Y allí voy yo, casi sin poder pararme, abrazado de una mujer que como bandera me agita por bares y hoteluchos.
Con la música a todo volumen
Quién fue ese muchacho de melena rubia o negra,
pantalones de terciopelo o piel.
Semidios que transformaba buenas canciones en maravillas.
¿Acaso un hijo de familia que dejó la vida apacible
para tocar jazz y blues o tango y cumbia
en bares o clubes de mala muerte?
¿Quién?
Prematuramente envejecido, algo obeso,
de mirada perdida
que dicen se bañaba en la piscina con su novia Anna o Gina
o que nadaba en la tina del hotel con una prostituta
El mismo que hizo escuchar a sus compañeros
discos de Chuck Berry o Chavela Vargas y Benny More.
Y que a veces, de tanto frío o calor se quedaba todo el día,
tocando la guitarra o el piano bajo las sábanas.
Pero que una tarde junto a Luis en el bajo y Phill en la batería,
empezaron a sonar en las radios locales,
y otro día furioso golpeó a Anna o Gina,
y Anna o Gina escapó con Lucho que luego diría:
Le quité a su novia y arruiné todo para siempre.
Entonces el muchacho descargó toda su melancolía
en el dulcimer amplificado, el sítar,
los pianos o vibráfonos repartidos aquí o allá
redondeando un disco que lo disparó a la fama planetaria.
Mas en el 68 ó 98 trataba de aquietar el
grueso de los aullidos con pastillas o alcohol,
y continuaba dejando embarazadas a sus amantes.
Aunque cada vez pasaba más tiempo escapando
de perseguidores reales o imaginarios.
Pero que no era para que el 71 o 2071 lo encuentren
en la piscina o en la bañera
con la melena formando una aureola en el agua.
¿Quién fue ese muchacho por el que paso encerrado escuchando su música?
Bonus track
Admirado Filipo si el corazón y calzoncillo de Marcia
no son tuyos, no te engañes. Pues alocado como andas, vas directo a la
cárcel o al hospicio.
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viernes, 1 de noviembre de 2013
Deseo, Pedro Guerra en #ViernesDePoesía
Te seguiré hasta el final
te buscaré en todas partes
bajo la luz y las sombras
y en los dibujos del aire
Te seguiré hasta el final
te pediré de rodillas
que te desnudes amor
te mostraré mis heridas
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
Te seguiré hasta el final
entre los musgos del bosque
te pediré tantas veces
que hagamos nuestra la noche
Te seguiré hasta el final
con el tesón del acero
te buscaré por la lluvia
para mojarme en tu beso
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada
Te seguiré hasta el final
por la ladera del viento
para rogarte, por Dios
que me hagas sitio en tus besos
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada.
te buscaré en todas partes
bajo la luz y las sombras
y en los dibujos del aire
Te seguiré hasta el final
te pediré de rodillas
que te desnudes amor
te mostraré mis heridas
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
Te seguiré hasta el final
entre los musgos del bosque
te pediré tantas veces
que hagamos nuestra la noche
Te seguiré hasta el final
con el tesón del acero
te buscaré por la lluvia
para mojarme en tu beso
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada
Te seguiré hasta el final
por la ladera del viento
para rogarte, por Dios
que me hagas sitio en tus besos
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada
Y con las luces del alba
antes que tú te despiertes
se hará ceniza el deseo
me marcharé para siempre
y cuando todo se acabe
y se hagan polvo las alas
no habré sabido por qué
me he vuelto loco por nada.
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