Podría decir que Madrid es uno de los grandes poetas ecuatorianos contemporáneos, pero la verdad es que no tengo la menor idea de cosas tales como poesía ecuatoriana contemporánea. Sí puedo asegurar en cambio que Madrid tiene una poética hermosa, un verbo lleno del espíritu urbano de su Quito natal, que se desentiende de estructuras y supuestos deber ser para entregar una poesía limpia, rotunda. Y nada que queríamos matar dos pájaros de un tiro compartiendo a este gran poeta como un regalo de cumpleaños y brindando por otro #ViernesDePoesía.
Postal urbana de Quito con yo en el fondo
Montañas irrumpiendo el cielo de la noche, calles
locas que suben y bajan, campanarios, más campanarios, autos que
patinan al doblar la esquina, jóvenes que se dirigen a las discotecas
pateando latas de cerveza, parejas que se besan mientras los semáforos
cambian. Música fugándose entre las piernas de una minifalda y los
tacones obscenos de un muchacho que da los primeros pasos en su
verdadero mundo. Niñas de fantasía perdiéndose sobre el rechinar de las
motos.
Y allí voy yo, casi sin poder pararme, abrazado de una mujer que como bandera me agita por bares y hoteluchos.
Con la música a todo volumen
Quién fue ese muchacho de melena rubia o negra,
pantalones de terciopelo o piel.
Semidios que transformaba buenas canciones en maravillas.
¿Acaso un hijo de familia que dejó la vida apacible
para tocar jazz y blues o tango y cumbia
en bares o clubes de mala muerte?
¿Quién?
Prematuramente envejecido, algo obeso,
de mirada perdida
que dicen se bañaba en la piscina con su novia Anna o Gina
o que nadaba en la tina del hotel con una prostituta
El mismo que hizo escuchar a sus compañeros
discos de Chuck Berry o Chavela Vargas y Benny More.
Y que a veces, de tanto frío o calor se quedaba todo el día,
tocando la guitarra o el piano bajo las sábanas.
Pero que una tarde junto a Luis en el bajo y Phill en la batería,
empezaron a sonar en las radios locales,
y otro día furioso golpeó a Anna o Gina,
y Anna o Gina escapó con Lucho que luego diría:
Le quité a su novia y arruiné todo para siempre.
Entonces el muchacho descargó toda su melancolía
en el dulcimer amplificado, el sítar,
los pianos o vibráfonos repartidos aquí o allá
redondeando un disco que lo disparó a la fama planetaria.
Mas en el 68 ó 98 trataba de aquietar el
grueso de los aullidos con pastillas o alcohol,
y continuaba dejando embarazadas a sus amantes.
Aunque cada vez pasaba más tiempo escapando
de perseguidores reales o imaginarios.
Pero que no era para que el 71 o 2071 lo encuentren
en la piscina o en la bañera
con la melena formando una aureola en el agua.
¿Quién fue ese muchacho por el que paso encerrado escuchando su música?
Bonus track
Admirado Filipo si el corazón y calzoncillo de Marcia
no son tuyos, no te engañes. Pues alocado como andas, vas directo a la
cárcel o al hospicio.
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