viernes, 15 de noviembre de 2013

Sobre todo cuando el viento de octubre, Dylan Thomas (#ViernesDePoesía)




Con estos días otoñales me acordé de Dylan Thomas y este poema, para cuando uno no tiene ganas de otra cosa que no sea acurrucarse en el cuarto en penumbras y mirar pasar la vida.

Sobre todo cuando el viento de octubre
castiga mi pelo con sus dedos de escarcha
camino en llamas, preso de un sol mordaz,
y arrojo a tierra un cangrejo de sombra,
a la orilla del mar, oyendo el ruido de las aves,
oyendo toser al cuervo en las varas invernales,
mi corazón atareado que se estremece al hablar
derrama sangre silábica y exprime sus palabras.

Encerrado, también, en una torre de palabra,
veo en el horizonte caminar como árboles
verbales formas de mujeres y filas
de niños, sus gestos astros, en el parque.
Algunos me dejan crearte de las hayas vocálicas,
algunos delas voces del roble, desde las raíces
de tantos condados espinosos te cuentan notas,
algunos me dejan crearte de los discursos del agua.

Tras un tiesto de helechos el reloj se menea,
me cuenta el verbo de las horas, el sentido neural
vuelan en los ejes del disco, proclama la mañana
y cuenta el tiempo ventoso en la veleta.
Algunos me dejan crearte de los signos del prado;
la hierba que me enseña todo lo que yo sé
irrumpe por el ojo con el invierno agusanado.
Algunos me dejan contarte los pecados del cuervo.

Sobre todo cuando el viento de octubre
(algunos me dejan crearte de hechizos otoñales,
los de lengua de araña, y el clamoroso cerro de Gales)
con su puño de nabos castiga la tierra,
algunos me dejan crearte de las palabras sin corazón.
Está exprimido el corazón que, deletreando en la prisa
de la sangre química, advirtió de la furia inminente.
A la orilla del mar oíd las oscuras vocales de las aves.


Especially When the October Wind

Especially when the October wind
With frosty fingers punishes my hair,
Caught by the crabbing sun I walk on fire
And cast a shadow crab upon the land,
By the sea's side, hearing the noise of birds,
Hearing the raven cough in winter sticks,
My busy heart who shudders as she talks
Sheds the syllabic blood and drains her words.

Shut, too, in a tower of words, I mark
On the horizon walking like the trees
The wordy shapes of women, and the rows
Of the star-gestured children in the park.
Some let me make you of the vowelled beeches,
Some of the oaken voices, from the roots
Of many a thorny shire tell you notes,
Some let me make you of the water's speeches.

Behind a pot of ferns the wagging clock
Tells me the hour's word, the neural meaning
Flies on the shafted disk, declaims the morning
And tells the windy weather in the cock.
Some let me make you of the meadow's signs;
The signal grass that tells me all I know
Breaks with the wormy winter through the eye.
Some let me tell you of the raven's sins.

Especially when the October wind
(Some let me make you of autumnal spells,
The spider-tongued, and the loud hill of Wales)
With fists of turnips punishes the land,
Some let me make you of the heartless words.
The heart is drained that, spelling in the scurry
Of chemic blood, warned of the coming fury.
By the sea's side hear the dark-vowelled birds.
 

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