No recuerdo haber asistido en otra
ocasión a una inauguración del Festival de Cine Francés. Así que vi con ojos
primerizos esta gala que podía haber pasado por otra monótona gala made in Cuba
pero que, afortunadamente, los franceses (¡sí, los franceses!) salvaron.
Primero el embajador de Francia, un tipo campechanísimo que dio rienda suelta a
su veta humorística; luego Christophe Barratier y Noredine Esadi-rindiendo
homenaje al actor Pierre Étaix, de quien se exhibirá un ciclo de películas-,
pusieron el punto al acomodarse sendas narices de payaso. El cierre lo dio el
propio Étaix que con unas breves palabras se ganó a un público cubano para el
que es prácticamente desconocido.
Tras la inauguración formal llegó,
finalmente, Intouchables (Intocable), un filme que venía con una
estela de premios y millones de entradas vendidas –la película de habla no
inglesa más taquillera de la historia-.
El argumento de Intouchables es simple: Philippe (François Cluzet)
es un millonario tetrapléjico,
dependiente de otra persona para las necesidades más elementales y
aburrido de la existencia casi vegetal en la que transcurre su vida. Driss (Omar Sy) es un
joven de origen senegalés que busca sobrevivir sin esfuerzo en un país cada vez
más difícil para los emigrantes. Driss entra a trabajar como asistente de
Philippe y entablan una increíble relación –increíble por lo poco creíble- de
la que ambos salen, como era de esperar, mejores seres humanos.
Es un hecho; amamos las historias de
parejas disparejas. La Bella y la Bestia, el príncipe y el mendigo, Laurel y
Hardy…, una y otra vez caemos a los pies de esa fórmula efectivísima y
afectivísima de la industria del espectáculo que nos permite valorar el amplio
espectro de la condición humana. Así que cuando supe de qué iba la historia de Intouchables
y los éxitos de público que ha logrado,
imaginé que vería uno de los blockbusters del año. Por si fuera poco, apenas
comenzado el filme, aparece uno de los mayores ganchos de este negocio: “basado
en una historia real”. Ahí no hay fallo, diría un clásico.
Pero Intouchables
es un blockbuster y algo más. Película correctísima desde el punto de vista
formal, toda la obra está puesta en función de un guion inteligentemente
construido y diseñado para hacer relucir a Omar Sy, ahora mismo el niño mimado
del público galo. Hombre de una empatía extraordinaria –y según demostró en varias
escenas, como las de la fiesta de cumpleaños, con una gran versatilidad-, le
basta aparecer en cámara y mostrar su inmensa sonrisa para que inmediatamente
estemos predispuestos a soltar la carcajada con su papel de joven de poca
instrucción pero con una gran sensibilidad.
Uno de los aciertos del guion es que lo
que podría haber sido el centro de la película, la minusvalía de Philippe, es
ninguneada y ridiculizada en extremo –pocas cosas se salvan de la satirización,
hasta con el bigote de Hitler hacen de las suyas-, logrando en el espectador
precisamente lo que el personaje busca en su mundo, que no haya compasión para
él. Philippe se enamora, se excita sexualmente, se equivoca, teme; es un hombre
más. Los tintes dramáticos lo aporta en cambio la vida personal de Driss, su
contexto social de inmigrante marginado. Contexto social que, dicho sea de
paso, es mirado con una superficialidad rayana en la falta de respeto; pero
bueno, supongo que la crítica social no estuvo entre los planes de los directores Olivier Nakache, Eric Toledano.
Hay quienes observan el cine, y el arte
en general, con una visión maniquea; o es reflexión o no es nada; o es escape y
entretenimiento o es pura masturbación intelectual. Bajo estas claves
difícilmente se pueda disfrutar del filme. Mejor deponer las armas y entrar
dispuestos a quedarse con el regusto que dejan las historias felices.
Comedia repleta de buenos momentos, hecha
para que la sonrisa no nos abandone desde el primer minuto hasta el último, Intouchables es el pretexto perfecto
para acudir en familia al cine, o para invitar a esa o ese muchach@ que nos
gusta. Tras esos 112 minutos, el mundo parece ser lo bastante bueno como para lograr
cualquier cosa.
(Tomado de OnCuba)
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