Un extraño virus se esparce en La Habana: la Orsaifilia. Acá les dejó lo que provocó en David la lectura del primer número de la revista.
Sábado, 12:10 de la noche. Acabo de terminar el primer corte
o borrador o como quieran llamarlo del guion del documental de mi tesis. Por un
breve momento odio menos la tesis, el documental y la facultad. Por un breve
momento me imaginé tomando un vaso de whisky y fumando un pitico de mariguana,
pero lo primero en Cuba es muy caro, lo segundo, no solo es caro sino más que
mariguana es césped del parque de 5ta Ave. No vale la pena.
¿Qué hago entonces antes de dormir? Ya no tengo series, ni
películas, las vi todas. Tampoco tengo ganas de ver porno. Dios mío ya tengo 80
gb, cuando le copie lo que le prometí a un amigo hago una limpieza, me quedo
solo con lo mejor, con los bien hechos. De todas formas sigo sin saber qué
hacer.
Recuerdo entonces a Rafa y la carpeta que me copió con los
pdf de las revistas de Orsai. El proyecto me atrae por lo que vi de un gordito
que no paraba de temblar explicando entre chistes cómo su blog se convirtió en
una revista, una editorial, tres bares y una Universidad. Pero hasta este
momento solo he leído pequeñas cosas.
Abro el pdf de la revista No.1 y leo lo imposible, el
editorial. Será que me mal acostumbré a los bodrios del Granma (entiéndase
Granma como una metáfora de la prensa cubana entera y no solo del peor y más
oficial de los diarios nacionales) que se hacen llamar editoriales, no sé.
Quizás empecé por ahí por vagancia a seguir dando clic o usar el scroll y
adentrarme en los textos.
Suerte la mía. ¡Qué bienvenida más agradable! Por primera
vez me encuentro con un texto de presentación que sí me da ganas de consumir el
producto entero. Y lo mejor, nos pide que lo primero que hagamos cuando
tengamos la revista en nuestras manos sea olerla. Sí, olerla.
Ahora nadie me va a creer, todos pensarán que es un invento
mío. Pero por mis locuras les juro que eso es lo que yo hago siempre que tengo
un texto impreso en mis manos: lo huelo. Puedo incluso aceptar un libro solo
por su olor. Varias veces se han burlado de mí por llegar a una librería, tomar
un libro y, sin mirar el título, el autor, el precio, sin mirar nada, abro una
página al azar y zambullo mi nariz hasta el fondo. Luego, quizás, veo lo demás.
Solo por eso ya me gusta Orsai. Además, reconozco que el
olor del pdf es agradable. Gracias Hernán Casciari.
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